¿Qué prefieres, estar formado o informado?
Se comenta, se dice, que vivimos en la era de la información, en la era del dato, del nuevo petróleo. Pero no. Hay que quitarle el prefijo “in”.
Si la información se considera el principal activo económico, el sentido común o la curiosidad preguntarán de dónde viene esa información. Hasta que se invente la ciencia infusa, la respuesta será “de la formación”, fuente de todo conocimiento. Puede que las máquinas ya tengan autonomía para generarlo, pero su origen está en un cerebro humano formado, informado y motivado. Aunque quizá deberíamos situar este último término al principio.
¿Cuánto vale ese conocimiento? El Banco Mundial calcula que dos tercios de la riqueza global se debe al capital humano, entendido como el valor de las habilidades, la experiencia y el esfuerzo laboral. Aunque parezca un porcentaje macizo, podría ser bastante mayor si ese capital debidamente educado cubriese la enorme, la creciente, demanda de profesionales tecnológicos.
Ese déficit de talento especializado en robótica, inteligencia artificial, impresión 3D, blockchain o manufactura avanzada, entre otras muchas disciplinas, le cuesta al viejo continente un 2% de su PIB, más de 300.000 millones de euros no ingresados cada año, según Gartner. Sería justo considerar además otros factores, como que ese déficit se enquista precisamente cuando la reindustrialización europea no se plantea como una opción, sino como un deber histórico.
Madre de todas las industrias
La formación sería pues la fábrica germinal. La factoría que produce profesionales para todas las demás. Y que no da abasto.
Si tomamos Barcelona como maqueta, algunos estudios confirman que entre 2017 y 2019 la oferta de profesionales tecnológicos creció un notable 23%. Pero la demanda corre aún más. Lo explica Pere Navarro, delegado del Estado en el Consorci de la Zona Franca de Barcelona (CZFB): “La tecnología evoluciona a tal ritmo, sin precedentes y acelerado por la pandemia, que desborda la capacidad de los centros formativos para actualizarse”. Datos del Digital Talent Overview 2022: la demanda creció un 40% el año anterior mientras la oferta se estiró un 11%.
La solución, o al menos el paliativo, sería hiperconectar esos dos polos. “Una formación más ágil y flexible depende de la comunicación directa con el tejido productivo para detectar sus necesidades. Si adquieres esas competencias precisas, tu empleabilidad será prácticamente inmediata”, apunta Àngel Tarriño, coordinador del Observatorio de la Formación Profesional, de la Fundación BCN Formación Profesional.